Ecuador registró 101.000 casos de desplazamiento interno debido a la violencia en 2024, convirtiéndose en el tercer país de América Latina con más desplazados, después de Haití y Colombia. A finales de ese año, casi 49.000 personas seguían desplazadas dentro del país. Este fenómeno es resultado del aumento de la criminalidad, la fragmentación de bandas delictivas y la lucha por el control territorial, exacerbando la violencia en zonas urbanas y rurales. Las provincias más afectadas son Esmeraldas, Manabí, El Oro y Guayas, coincidiendo con rutas del narcotráfico. Barrios como Socio Vivienda en Guayaquil, donde ocurrieron masacres, han quedado prácticamente vacíos.
La violencia también ha llevado al cierre de escuelas y ha afectado la salud mental y la cohesión social. Grupos vulnerables como mujeres, adolescentes y personas LGBTIQ+ enfrentan altos riesgos. A pesar de la declaración de conflicto armado interno por parte del presidente Daniel Noboa, los homicidios continúan en aumento: entre enero y abril de 2025 se registraron 3.094 asesinatos, un 58% más que en el mismo período del año anterior, perfilando a 2025 como el año más violento en la historia reciente del país.