El Caminito es una de las calles más emblemáticas de Buenos Aires, por él pasan más de 7 millones de turistas cada año.
Una belleza que va más allá de los ojos, la historia de Caminito es también la historia de Benito Quinquela Martín. Fue abandonado en un orfanato del barrio de La Boca en 1890, cuando aún era un bebé de apenas unos días de nacido. A los 6 años fue adoptado por una indígena argentina llamada Justina Molina y su esposo, Manuel Chinchella, un inmigrante italiano, de quien adaptó su apellido.
Benito Quinquela Martíns y sus padres
Desde pequeño, Benito trabajó en el concurrido puerto de La Boca, cargando carbón como su padre. Vivían en el barrio, que en aquella época ya era conocido por sus ‘conventillos’, viviendas levantadas en casonas abandonadas, remendadas o hechas con chatarra, láminas de zinc y escombros encontrados por los trabajadores del puerto.
Benito demostró ser un gran artista desde pequeño, y tras destacar entre los chicos de su edad. El niño que dibujaba al carboncillo en La Boca alcanzó reconocimiento internacional por sus obras, que retratan la vida cotidiana en el puerto donde creció. El blanco y negro del carboncillo de Martín había dado paso a una explosión de colores.
Fue en 1955 que Caminito se convirtió en lo que es hoy
Y en 1959, el lugar se convirtió oficialmente en Calle de los Museos. Se contrataron artistas talentosos para decorar el área con murales y otras obras. Entre ellos tenemos a Juan Carlos Castagnino, Enrique Sobisch, Mauricio Lasansky y Genaro Pérez Villaamil. Contando con este grupo de trabajo, formado también por muchos vecinos apasionados por el barrio, Quinquela Martín se motivó a invertir cada vez más en la restauración de la región.
Es uno de los lugares más visitados de Buenos Aires. Hoy puedes visitarlo para tomar fotos, almorzar en un restaurante tradicional argentino mientras ves una actuación y tango en la calle, comprar regalos y souvenirs de la ciudad y mucho más.